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martes, 8 de noviembre de 2011

Papandreu, el último surrealista.




Desde luego, la calificación de “surrealista” para definir lo que estamos viviendo estos días posiblemente se quede corta. Hemos pasado del póker y del ajedrez a los trileros y al timo de la estampita. Todo ésto sería muy divertido de no ser porque nos estamos jugando el futuro, no sólo del pueblo griego sinó también del europeo.

Papandreu "el trilero".

Los hechos narrados en anteriores post han tenido su continuación los últimos días. ¡Ríanse ustedes de ciertos culebrones! La realidad supera a la ficción. 

Somos el hazmerreír de Europa, la oveja negra, el grano en el culo, los pobres grieguitos que tienen lo que se merecen por votar a quien votan y por no pagar los impuestos. No es para menos. La comedia representada por los líderes del PASOK y de Nueva Democracia no han hecho otra cosa que proyectar al exterior la imagen de un país de pandereta, donde todo el mundo hace lo que quiere o no sabe lo que hace. 


El presidente Giorgos Papandreu “se rajó” y devolvió las cartas al crupier. El ministro Venizelos, la amenaza de transfuguismo de algún diputado y la cara de pocos amigos de Sarkozy acabaron por convencer a Jorge III. Posteriormente, se celebró una moción de confianza en el Parlamento. Buscaba refrendar sus últimas decisiones en casa. Recibió el apoyo esperado -153 a favor- y tomó aire. El viernes por la noche la gente se juntó frente al televisor esperando ver sangre. El final de la película parecía tocar a su fin y, a medida que pasaban las horas, el resultado se complicaba. Los canales cambiaron su programación y los reporteros se lanzaron a la caza del político. Mientras los líderes seguían hablando dentro del hemiciclo, algunos diputados salían a orinar, momento éste que era aprovechado por los periodistas de las alcachofas. Los socialistas que parecían rebotados empezaban a hacerse los remolones y a no soltar prenda. Olía a chamusquina otra vez. A lo mejor contagiados por su jefe, habían estado faroleando también. No se entiende que digan que “el discurso del presidente nos ha convencido”, porque no dijo nada que no hubiera dicho hace tres días. De este modo, Papandreu superó la moción de confianza con lo que quedarse hasta casi la una despierto no sirvió para nada. 


Lo surrealista del tema es que el presidente había anunciado antes de la votación que, en caso de ganar, estaría dispuesto a crear un gobierno de concentración nacional con la intención de afrontar la crisis todos juntos. Evidentemente, eran pocos los que alcanzaban ya a entender a Papandreu. La cuestión es que él estaba dispuesto a sacrificar el puesto y el gobierno siempre y cuando la política a seguir fuera la misma. Quería que se aplicasen los acuerdos firmados aunque él no fuera el presidente. Menuda patata caliente para la oposición, otra vez. Samarás no aceptó porque sería absurdo encabezar o participar en un nuevo gobierno cuya política viene definida por el anterior. El pobre Samarás cada vez me da más pena. Papandreu lleva la iniciativa siempre.


El presidente anuncia que se reunirá con Carolos Papoulias, presidente de la república, para comunicarle sus intenciones. Los periodistas se agolpan junto a la valla y en cuanto aparece Papandreu salen despedidos a presión. El parlamento está a pocos metros del lugar donde recibe Papoulias a los políticos y de ahí la expectación y las apreturas. Otra vez la imagen que proyectamos es lamentable. Hay más de 50 canales acreditados en la zona que conectan en directo tres o cuatro veces al día. Los periodistas extranjeros se vuelven protagonistas y son también entrevistados. Entienden más bien poco a excepción de alguno que vive aquí y ya está acostumbrado. 


Satisfecho y encantado de la vida, se filtra la postura del presidente, que no es otra que la ya sabida: no habrá elecciones -“sería catastrófico para la nación“ (!)- y sí un gobierno de salvación/concentración nacional. Parece obviar un “pequeño” detalle… ¿Estará Samarás de acuerdo?

Samarás, siempre a la contra, también visita a Papoulias y le comunica su postura. Sólo acepta negociar el gobierno de coalición si se va su “amigo” Papandreu. De lo contrario, elecciones. El presidente de la república sale mucho en la tele últimamente pero no dice nada. Marioneta.



No hay acuerdo y las bolsas tiemblan otra vez. Los niños vuelven a hacer travesuras ante la mirada asombrada del resto de Europa. ¿Pero esto qué es? Los periodistas toman definitivamente partido en contra de los políticos. La situación les supera. Son absolutamente incapaces de reconducir la situación y nadie baja del burro. 


Imagino que a Papoulias se le está acabando la paciencia. El esperpento no termina. Dos compañeros de universidad que compartieron residencia, que fumaron juntos (¿qué fumarían?), que persiguieron a las mismas chicas y descubrieron el rock, no consiguen o no quieren ponerse de acuerdo en algo tan importante. A nadie le entra en la cabeza. Samarás tiene todas las de perder. El prestigio del dirigente del PASOK está por los suelos desde hace mucho tiempo y no tiene nada que perder. Es un cadáver político como Zapatero. Su amigo Antonis, que será el futuro presidente, baja en los índices de popularidad a pasos agigantados. 

Samarás a la batería.

No hay acuerdo y por lo tanto hay incertidumbre. El domingo las televisiones conectan de buena mañana y los programas prácticamente se hacen desde la verja. Se dice que se van a reunir Papoulias, Papandreu y Samarás. Al parecer, Samarás se negaba a asistir a no ser que le llamase el propio Carolos. Papoulias “se rebajó” y le llamó. La informaciones a lo largo del día sobre si se reunirían o no, el movimiento de coches, las cantidad de cámaras y cábalas varias ocuparon la programación. Primero la reunión era a media tarde, después por la noche… Entraron por la puerta de atrás y los periodistas empezaron a darse golpes en la cabeza. La imagen de Papoulias, Samarás y Papandreu sentados en una mesa grande con un transcriptor al fondo protagonizó las portadas. Parecía un padre que iba a abroncar a sus hijos o un profesor que iba a reprender a sus alumnos. Los chicos, con las cabezas bajas, parecían dispuestos a cooperar. 


En la verja todo era nerviosismo, empujones y conexiones. Algunos fotógrafos intentaron poner orden para que no sucediese lo del día anterior por la mañana. Mejor evitar posibles avalanchas. Hora y media más tarde la puerta se abre y aparecen los protagonistas. Sin embargo, no habrá declaraciones y no se abrirá la verja. Alguien tira papeles por detrás de la valla. Los reporteros se pelean por un trozo de papel. Es todo tan patético… En ese papel viene la resolución que se ha tomado. No hay nota de prensa, no hay declaraciones de nadie, nada. 


Ha habido acuerdo. Samarás acepta cooperar con un gobierno de salvación que se creará en tres o cuatro días. Papandreu no pertenecerá al gobierno y renunciará al cargo. El presidente será elegido por consenso. Mantendrá la presidencia hasta las nuevas elecciones que serán el 19 de febrero. Le ha costado despegar el culo de la silla, pero parece que esta vez la cosa va en serio.

Trichet y Papadimos.

Se barajan varios nombres y parece que el mejor situado es Lucas Papadimos, profesor en Harvard actualmente, ex director del banco nacional de Grecia y segundo de Trichet en el BCI varios años. Es un socialista serio y de pocos aspavientos. Parece que precisamente es lo que necesita el país: seriedad y tranquilidad. Lo que demuestra la inteligencia de Papadimos es que ha declarado que en tres meses no va a poder solucionar nada. Puede marcar las pautas a seguir, pero nada más. Es economista y banquero, que es a lo que va Europa. Personalmente, no aceptaría el reto. La situación es delicadísima a pesar de que la marcha de Papandreu puede ayudar.   

   

Mientras escribo, siguen las negociaciones. Se está discutiendo quién va a formar parte del nuevo gobierno y quién va a ser el presidente.

Me veo obligado a añadir que Papadimos parece haber sido descartado. Toma fuerza el nombre de Vassilios Skouris. Me gustaría saber el motivo por el cual la opción Papadimos ya no se baraja. El favorito ahora es el presidente del Tribunal Europeo de Justicia.



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