Translate

lunes, 24 de marzo de 2014

Griego al volante, peligro constante.


Conducir por Grecia es sinónimo de aventura. El griego al volante hace lo que quiere, cuando quiere y como quiere. Olvidémonos de prohibiciones, señales, peatones, rotondas, sentidos, preferencias o semáforos: en Grecia manda el claxon.

El coche es más fuerte que el peatón y los pasos de cebra no se respetan, así que más te vale correr para que no te pasen por encima. Los conductores no tienen ningún respeto por los peatones e incluso les pitan para que se aparten. El turista, los primeros días, lo pasará mal cada vez que tenga que cruzar la calle. Conviene ir con mucho cuidado.

Los semáforos, que no siempre funcionan, no dan tiempo al peatón a llegar al otro lado. Se ponen rojo enseguida y se corre el riesgo de quedar en tierra de nadie, en medio de la calle.

En las ciudades grandes el tráfico es insoportable, sobre todo en las horas puntas. Recomiendo evitar siempre el centro e ir a pata o en bus. En Grecia hay varios factores que lo empeoran todo y que se podrían evitar.

Los aparcamientos en dobles y triples filas son de lo más habitual, provocando que el carril se estreche enormemente y forzando a los autobuses a salirse del trazado. Los conductores que bloquean dejan un papelito con su número de teléfono y desaparecen. Los hay que abandonan el coche en el lateral con las luces de alarma puestas y se van a hacer la compra o a dar un paseo.


Las gasolineras suelen encontrarse dentro del casco urbano, con lo que se forman colas en algunas de las vías principales. Evidentemente, cada mañana los camionazos cargados de fuel taponan las calles.
 
En Grecia no hay guardia urbana, o si la hay, no la he visto nunca.

A los profesionales de la conducción hay que darles de comer a parte. No os extrañe ver a taxistas fumando en el taxi o bebiendo frappé, incluso con clientes dentro. Hacen lo que les da la gana porque la calle les pertenece. En cualquier momento pueden parar y recoger transehuntes. Se saltan los semáforos, se meten por direcciones prohibidas, adelantan cuando no deben, giran de manera repentina y hacen pirulas con absoluta impunidad. Los chóferes de autobús no difieren mucho de los taxistas. Aunque no fuman, suelen hablar por el móvil y pisar el acelerador sin reparo alguno.

Los camioneros búlgaros y turcos son auténticos kamikazes. Conviene andarse con ojo si se pretende adelantarlos.

Si en España los más animales son los pizzeros, imagínense en Grecia. Como se lleva mucho lo de la comida a domicilio y las ciudades grandes están llenas de locales, toman las calles cuando empieza a oscurecer. Los repartidores se meten por zonas peatonales, se suben a las aceras, adelantan por donde no deben, se saltan los semáforos y aparcan en lugares prohibidos. Todos estos aprendices de Valentino Rossi se juegan la vida. Por lo general, no llevarán casco e irán hablando por el teléfono móvil todo el rato.

Hay pequeños talleres de reparación de motocicletas repartidos por toda la ciudad. Muchos de los vehículos están trucados y hacen un ruido espantoso. Algún día tiraré a un motorista de éstos al suelo por el puro placer de hacerlo. No los soporto.

El griego corre. A pesar de que el asfalto está cada vez peor, el griego en la carretera pasa de conductor a piloto. Se te pegará al culo y empezará a hacer señales con las luces para que te apartes y le dejes pasar. Van a saco y eso que hay baches.

Los únicos que no van rápido son los abuelos, que circulan por el arcén a paso de tortuga. También tienen su peligro, claro.

Lo de las preferencias en las rotondas, los cambios de sentido y el paso de los cruces no lo tienen muy claro, o mejor dicho, lo tienen claro a su manera. Recomiendo ir despacito y no alterarse cuando empiecen a tocar el claxon. Hacer sonar la bocina forma parte de la cultura griega y no hay que darle más vueltas. No suelen tener piedad con los coches que lucen matrícula extranjera o que son  de otra ciudad.


La gasolina ha subido mucho de precio con la crisis y algunos paisanos han devuelto las matrículas de uno de sus coches. La hojalata se acumula en los centros donde se recauda el impuesto de circulación. Sin embargo, se ven muchos jeeps y coche deportivos por el norte. Al parecer, hace unos años ibas a comprarte un todoterreno y el Gobierno “te subvencionaba”. La gente tenía jeep, pero no casa. La medida, que tenía como objetivo reactivar la industria automovilística del país, acabó endeudando a las familias, que ahoran no tienen ni para gasolina. ¿Qué industria automovilística si todos los coches son alemanes? A nadie le amarga un dulce, claro. ¿A quién no le gusta tener un buen coche?


Si vienen a Grecia y pretenden hacer una ruta durante las vacaciones, recomiendo alquilar un coche, siempre que el conductor no sea novato, aunque tengan en cuenta que el vehículo griego más cómodo para viajar sigue siendo el ferry. Los griegos al volante se vuelven agresivos, incívicos y peligrosos.

domingo, 16 de marzo de 2014

A los griegos les gusta mucho comer.


Si echáis de menos la comida casera, los platos llenos hasta arriba y los sabores de toda la vida, Grecia es vuestro país. Si estáis hasta el gorro de la alta cocina esa , de las porciones ridículas, de las salsas perfumadas y de las cartas incomprensibles, venid y comed.

En Grecia se come, no se degusta. La mesa acaba tan llena de platos que el camarero acerca una silla o una mesita auxiliar para colocar el agua o el pan.

En todo el país nos podemos poner las botas por muy poco dinero, aunque el griego no piensa lo mismo y se queja de que todo es caro. Deberían pasarse por Cataluña para saber lo que es bueno. En Grecia el supermercado es más caro que allí, pero en cambio salir a comer, no.

En la variedad se halla la riqueza. No nos quedemos sólo en el queso feta o en los yogures. Aquí os reconciliaréis con la cocina mediterránea de siempre, aquella basada en frutas, verduras, lácteos, pescado, carne, vino y buen aceite.

Quizás sea Macedonia la zona más rica, gastronómicamente hablando, aunque no se puede despreciar el Ática, el Peloponeso o la Tracia. La geografía del norte ayuda, porque el paisaje es muy variado. Sería injusto olvidar la isla de Creta, donde también hay absolutamente de todo y a buen precio.

Cada zona tiene su especialidad, cada pueblo su postre, cada isla su vino y cada rincón su receta.

Salónica es conocida en todo el país por su cocina. La ciudad tiene fama de que se come bien. La comida sabe a pueblo, a estofado de la abuela en domingo, a familia, a humanidad... En cuanto al paladar se refiere, es como si no hubiera pasado el tiempo.

Las recetas han pasado de padres a hijos, han viajado de Constantinopla o Smirni a Salónica o a Atenas, han emigrado desde Pontos al norte de Grecia y han dado de comer a muchas generaciones. La cocina griega es cultura. Muchas “versiones” de los platos griegos las encontraremos en países de la zona o en lugares más lejanos, así como especialidades de fuera se adaptarán a la cocina helena. A veces es difícil saber qué plato es el original, aunque el griego lo tiene claro: el suyo.

La mayoría de fiestas que se celebran en Grecia guardan alguna relación con la comida. Así, por Navidad consumiremos kourambiedes y melomacárrona, por Chignopempti carne a la brasa, por Kathará Deutera chalvás y fasolada, o por Pascua, katsiki o cordero. Al final incluyo una pequeña recopilación.

No es de extrañar que los libros de cocina se vendan como churros ni que en la televisión nos bombradeen constantemente con programas dedicados a cocinar. Publican recetas desde los monjes de Agios Oros hasta personajes poco conocidos, pasando, evidentemente, por los concineros de más nombre.

Un par de recomendaciones cinematográficas antes de citar algunos platos típicos.

-Gamos a la elliniká, traducida al español por Mi gran boda griega. Aunque la película en sí es una deformación exagerada de la realidad que se centra más en la boda y en la forma de ser de los griegos, también se habla de cocina. La familia regenta un local de comida griega, siempre presente cuando de helenos se trata. La mayoría de los griegos que han emigrado han acabado trabajando en la hostelería, en negocio propio o ajeno.

-Politikí Kouzina, traducida al español por Un toque de canela, es mucho mejor que la anterior. Con la comida como vínculo de unión entre los protagonistas, Tassos Boulmeltis construye una sólida historia que se desarrolla durante la época en la que los griegos fueron expulsados de Constantinopla.

Vamos con el menú.

Ensaladas.



Xoriatiki salata (ensalada griega).

La más caraterística, sin duda. Lleva tomate, cebolla, pepino, aceitunas negras y un buen trozo de queso feta. También puede llevar pimiento en crudo. Se aliña con aceite de oliva, sal y orégano. Simple y sencilla. No lleva lechuga.

Hay muchas otras ensaladas cuyo producto básico va incluido en el nombre. Así, podemos encontrar patatosalata, angourosalata (ensalada de pepino), melitzanosalata (de berenjena) tomatosalata, etc... 

Evidentemente, se consume también la ensaladilla rusa, la ensalada de lechuga (marouli) o la de roca.

Me permito una licencia, y es incluir aquí lo que yo llamo ensaladas-salsas. Se pueden untar en el pan y ya está, o añadir a cualquier plato como acompañamiento o a modo de salsa.

La taramosalata es una pasta o crema de pescado de color rosado que se come mucho durante la Cuaresma. Lleva huevas de pescado, patata, zumo de limón y aceite.

La melitzanosalata es una pasta o crema de berenjena. A partir de una berenjena asada, se desmenuza, se añade un poco de ajo (opcional) y se aliña ligeramente.

El tzatziki es de las ensaladas-salsas más típicas de Grecia, hecha con yogur, ajo y un poco de eneldo.

La skordaliá es una salsa hecha con ajo y patata, similar en su sabor al all i oli catalán.

Hay otras salsas o ensaladas-salsas parecidas como el tyrokafterí (queso picante) o la hungaresa (con bacon y mayonesa), que suelen dar como opción los locales de gyros para acompañar el bocado.

También creo conveniente añadir aquí las llamadas dolmades o dolmadakia (si se trata de hojas más pequeñas). Se pone un repollo en agua y cuando se ablandan las hojas se van quitando una a una. Se rellenan con carne picada, arroz y alguna especia, y se empaqueta todo. Se colocan en la placa o en un molde y se meten en el horno un buen rato. De la misma manera se cocinan las sarmadakia, pero éstas se hacen con hojas de vid en lugar de repollo (lájano).

Sopas.



Las más típicas son el patsás y la llamada magiritsa. He asistido en primera persona a la confección de ambas en más de una ocasión. Se suele seguir siempre el mismo ritual.

Aunque cada cocinero tiene su manera de hacerlo, el patsás debe llevar siempre carne de ternera, ya sean tripas, intestinos, cabeza o pies (patsás significa skembés o barriga). Se pone a hervir la carne hasta que se puede separar del hueso sin dificultad. A partir de ahí, se corta y se fabrica la sopa añadiendo limón, pimienta, especias, ajo, vinagre, sal, búkobo... Resucita a un muerto en esos días en los que el frío te mata y es ideal contra la resaca . Hay patsatzídicos en Salónica decorados a la antigua, muy acogedores y llenos de gente de la tercera edad.

La magiritsa ayuda a poner el estómago en su sitio y se suele comer cuando termina la Cuaresma, para acostumbrar al cuerpo tras 40 días sin tomar carne.


Se hace hirviendo el hígado del cordero, para después cortarlo en trocitos. También puede incluir riñones, pulmón o intestinos. A partir de ahí, se vuelve a meter en la cacerola con agua y se añade aceite, cebolla, eneldo, verduras... Cada uno tiene su truco. Antes de servir, se bate un huevo al que se le añade limón (avgolémono), caldo de pollo, sal, pimiento y se echa en la sopa con algo de vinagre. El avgolémono por sí mismo también puede tomarse como sopa.

Platos típicos.

El pastitsio son macarrones largos con carne picada y bechamel. Se puede echar queso rallado por encima y gratinar, además de un poco de mantequilla, al gusto.

El mousakás posiblemente sea el plato más famoso de la comida griega. Formalmente similar a la lasaña, en el mousakás mandan la carne picada y las berenjenas.  La carne se saltea con un poco de ajo y cebolla. A continuación se echa tomate, sal, pimienta, algo de canela, azúcar... Se cortan unas berenjenas y vamos construyendo pisos dentro de un molde, alternando las oscuras verduras con la mezcla de carne y demás. Se añade bechamel y en lo alto queso rallado para que se gratine. Un buen rato en el horno y listo.

Las paputsakia son parecidas al mousakás, pero sin pisos. Sobre la berenjena se coloca carne picada y queso, que acaba fundiéndose dentro del horno. Papoutsakia porque formalmente se parecen a unas zapatillas (papoutsakia = zapatillas).

Los pimientos rellenos, llamados yemistá (yemistá = relleno), son otro de los platos que suele cocinarse en Grecia. Se hacen al horno y se rellenan de una mezcla de arroz, carne picada y especias.

El youvetsi es un plato de carne o pollo al horno al que se le añade salsa de tomate y  kritharaki, que está a medio camino entre el arroz y la pasta italiana.

Cada griego hace el bougiourtí a su manera, pero lo básico es el queso feta y/o queso picante, al que se añaden unas rodajas de tomate y un trocito de pimiento. Para hacerlo más picante suele añadirse una guindilla picada. La mezcla se mete en el horno en la misma vasija o bol de cerámica en el que se sirve. Más que un plato, es un acompañamiento o una tapa (mezé).

Los mejillones picantes (mydia saganaki) se hacen con una mezcla picante de verduras y gundillas que acaban dentro del horno. Si detrás de cualquier plato veis la palabra saganaki, debéis saber que picará (saganaki = picante).

Pescados.

En Grecia hay mucha variedad de pescado y prácticamente coincide con la que tenemos en España: sardinas, lubina, bacalao, boquerones (gavros), dorada (tsipoura), trucha (péstrofa), salmón, salmonete, etc... También hay pulpo, calamares, mejillones, gambas, sepia, etcétera.

El pescado lo comen frito, al horno o a la parrilla, después de macerarlo bien con limón, orégano o perejil, aceite, sal y poco más. De la manera más sencilla posible, aunque también podamos encontrar pulpo en algún estofado. En tabernas cercanas a la playa suelen colgar cefalópodos al sol como si fueran la colada.

Carnes.


Los griegos son más de carne que de pescado, sobretodo los jóvenes.

Los locales de gyro (gyrádikos) sirven fast food griego. En lugar de zampar bocadillos, aquí comen carne empalada cortada (gyro), que sería el equivalente al kebab, souvlaki (pincho moruno empalado en dados), bifteki (parecido a la hamburguesa), soutzoukaki, salchicha (loukániko) envuelto en una pita o en un panecillo. A la sustancia uno puede añadirle alguna salsa, tomate, cebolla, orégano, patatas o lo que ofrezca el mostrador.

Los locales tienen una o varias planchas y una freidora para las papas. Poco más. Sin duda, son los negocios más rentables del país. Con los años uno acaba entendiendo la diferencia entre el buen gyro y el malo, que suele ser aceitoso y pesado. El gyro también puede servirse en plato a modo de combinado.


La carne a la brasa (sta kárbouna) es la que más les gusta a los griegos. Previa maceración, una vez hechas las brasas se coloca la carne en la parrilla. Comen de todo, aunque domina el cerdo, la ternera y el pollo. Las chuletas y las costillas de cordero también forman parte de la dieta. En Pascua, en Navidad, antes de la Cuarsma, cuando alguien celebra el santo... cualquier fecha servirá de excusa para sacar la parrilla al jardín o a la calle para chamuscar unas piezas.

El kokoretsi son restos de carne, generalmente hígado y tripas, envueltos en intestinos, que se empalan a modo de los souvlakis y se hacen al horno o a la parrilla. Conviene limpiar muy bien los intestinos antes de ejecutar la laboriosa construcción.

El cordero (arní) empalado al que se le dan vueltas suele hacerse en Pascua, que es la época del año en la que más se come. Quien dice cordero, dice también cabra (katsiki), claro. A veces la familia hace turnos de vigilancia, porque si se quiere hacer bien se necesitan varias horas.



Las keftedes son albóndigas de carne picada, de cerdo o cordero, que suelen comerse como tapa, aunque también las encontramos estofadas o con salsa de tomate.


Legumbres.

Durante la Cuaresma y antes de Navidad, que es la época del ayuno (nistía), en las casas se suelen comer muchas legumbres. Los restaurantes ofrecen menús que no llevan carne y que incluyen platos de lentejas, judías o alubias.

Las guisan como en España, previa limpieza, aunque no añaden trozos de carne ni jamón. Alguna hoja de laurel, una patata y poco más. No necesitan mucha cosa más, porque la calidad suele ser buena y en la sencillez está la belleza.

Repostería y dulces.

Como los vinos, los dulces son infinitos. Empecemos, sin embargo, por la repostería.

Incluyo en primer lugar a las famosas pitas. Aunque a la masa redonda que envuelve el gyro también se le llama pita, ahora me refiero a lo que serían las “empanadas griegas”. He llegado a la conclusión de que, como las ensaladas, cualquier producto puede acabar dentro de una pita.

La spanakopita (empanada rellena de espinacas) y la tyropita (empanada rellena de queso) son las más típicas, aunque también hay kreatopita (de carne), kotópita (de pollo), xortópita (con verduras) o cualquier otra cosa.

También las hace la gente en su casa. Se trata de generar una masa con harina y agua, ir estirando lo máximo e ir formando capas mientras se añade el relleno. Cuando se ha completado la operación, se mete en el horno, generalmente cubriendo toda la placa, y a esperar.

No conviene confundir las pitas, que son saladas y muy sustanciosas, con la bougatsa, que vendría a ser una pita rellena de crema o queso. Pero no es lo mismo. En realidad es un hojaldre relleno de crema o queso al que encima –en la de crema- se le puede echar azúcar glass y canela. Es muy típico de Salónica y se vende al peso por raciones. No es una pasta que se coma en la calle, porque te la suelen cortar en trocitos cuadrados y servir con tenedor. Se come caliente para desayunar.


Los tyropitakia son cruasanes pequeños rellenos de queso.

La milópita es parecida a una tarta de manzana (milo = manzana). Aunque lleve la palabra pita como algunas de las anteriores, tiene poco que ver, ya que es un postre dulce parecido al que se hace en España. Del mismo modo, la karydópita es un postre dulce que lleva nueces y canela.

La vasilópita es un dulce “tipo cake”, grande y redondo, que se come el día 1 de enero. En Nochevieja pasa San Vasilis –nuestro Papá Noel- y celebran el santo todos los Vasilis. Dentro hay escondida una moneda. Se corta en varios trozos, reservando uno de los mismos para la casa y otro para Jesús. Al que le toque el premio, tendrá suerte todo el año. No tiene nada que ver con el roscón de Reyes, salvo que dentro hay escondida una sorpresa.



El tsoureki es una masa dulce y alargada, rellena o no, bañada en chocolate o no, que se parece a un cake. Una barra de pan dulce, para que nos entendamos.

Las loukoumades equivaldrían, por sabor, a los churros, aunque en Grecia los hacen redondos. El sistema es tan sencillo como el español: se fríe y se come. Encima puedes elegir, generalmente, entre chocolate, miel o azúcar.

El baklavás es bastante conocido y se hace en muchas partes del mundo. Hojaldre en capas, sirope, azúcar glass, frutos secos como el pistacho, canela... y al horno.

El kataifi lo forman nueces u otro fruto seco envueltos en una especie de cabello de angel. Los paquetitos se incorporan al horno dentro de la placa y se remojan en azúcar caramelizado o miel.

El chalvás (o xalvás) suele comerse durante la Cuaresma y es un dulce típico que puede encontrarse en muchos países de los Balcanes e incluso en India o Pakistán. Es blando y los ingredientes varían según la zona y el tipo. La masa almidonada puede llevar azúcar, nueces, almendras, canela, cárdamo, vainilla...



El rebaní es el postre típico de la ciudad de Veria, aunque se puede encontrar en todo el país. Es un cake “siropado” que se puede comer acompañado de una bola de helado o en soledad.

Las kourambiedes y las melomacárrona son los “mantecados navideños griegos”. Los primeros, nevados, y los segundos, almendrados y “siropados”, aparecen en todas las casas durante las fiestas.

El rizógalo es, ni más ni menos, arroz con leche. Un poco de canela nunca le va al.

Pan y similares.

A parte de lo que todos conocemos, destacaría el pan xoriátiko, que sería algo así como el pan de payés de toda la vida, el eliópsomo (pan con aceitunas) y el tyrópsomo (pan con trozos de queso incrustado). Claro que uno no puede marcharse de Grecia sin probar los koulouris que venden por la calle o similares. El koulouri es como nuestros bastoncillos de pan, pero en forma de círculo y con sésamo por encima. Cualquier hora es buena para echarle mano. Las barras de pan más parecidas a las españolas son las baguette.

No puedo cerrar la entrada sin comentar algo sobre quesos y yogures.

El feta es el número uno. Acompaña a ensaladas o se come solo con aceite y orégano. Este queso de cabra se exporta al mundo entero y se encuentra por todo el país, con sus distintas variedades. Es blando, un poco picante y muy sabroso.

Aunque me gusta mucho el queso y es posible que haya probado alguno de los que voy a citar, soy incapaz de comentar las cualidades de cada uno. Así, tenemos kefalotyri, kefalograviera, graviera, manouri, myzithra, kaseri, etcétera... Los encontraremos repartidos a lo largo de la geografía helena, por ello recomiendo informarse antes de cuál es la especialidad del lugar que se va a visitar. El kaseri es suave y blando, el kefalotyri suele rallarse y va con todo, etc...

Los yogures griegos poco o nada tienen que ver con los que venden algunas multinacionales en España.

Generalmente se hacen con leche de oveja y son muy cremosos. Se toman con miel, fruta dulce, frutos secos, azúcar o sin nada.

Hay de muchos tipos y de muchos tamaños, desde cubos de más de un kilo a vasitos ridículos. El yogur también se vende a granel, hecho a la manera tradicional. Se consume mucho y se exporta como el feta.

Se puede hacer en casa filtrándo la leche en un bol, esperar a que se espese y tapándo el líquido con una manta o lo que se quiera. Los griegos lo comen tanto para acompañar platos como en el postre. El yogur, como la magiritsa, ayuda a hacer más ligeras las digestiones y a preparar el estómago después de 40 días sin probar carne alguna.

Vinos.

En Grecia, la patria de Diónisos, hay tantos vinos como regiones o islas.

El de retsina (aromatizado con resina de pino) es el vino blanco más típico de Grecia, muy popular por barato y por venderse a granel en todos los rincones. Es el vino de mesa que suele servirse en las tabernas. Puede gustar más o menos, pero es de los peligrosos. Se sirve frío y es de ésos que alegra el corazón.

Destacan también variedades de moschofilero, assyrtiko o roditis, aunque la producción de los mismos suele ser menor a la que viene de fuera.

También hay muy buenos tintos, destacando el xinomavro o el agiorgitiko, aunque los griegos prefieren el vino blanco, quizás porque casa mejor con los sabores de la comida helena.

El vino dulce más conocido es el Vinsanto de Santorini, aunque los griegos no son demasiado fans de los vinos dulces. Sin embargo, cada pueblo produce su propio licor con fruta incorporada (glykó tou koutalioú o “licor de cuchara”), que se sirve en las casas para dar la bienvenida a los invitados. De ciruela, de cereza, de melocotón... A parte de poder comprarlo como recuerdo, muchos griegos lo hacen en su propia casa. Es una mezcla de fruta en almíbar, azúcar y un licor para da un punto de alegría.

El brandy griego por excelencia es el Metaxa, que se puede encontrar en supermercados de todo el mundo.

El ouzo es un anisete muy popular que acompaña a las tapitas (mezedes) antes de comer. Suele llevarse bien con pepinillos, zanahorias en vinagre, cebolletas, aceitunas y cosas así. En Creta, aunque también se produce ouzo, alterna en las mesas con el raki, que es como un anís que se vuelve blanco al echar agua en el hielo.

El tsipouro es más fuerte que el ouzo. Es como un licor de hierbas parecido al orujo. En algunas fiestas plantan los artilugios necesarios en la plaza y se fabrica de modo tradicional. Un pelotazo para los que no estén acostumbrados a beber, pero que puede sentar bien en días de mucho frío.

Para terminar, relacionemos un poco festividades y platos o comidas.

Durante todas las fiestas de Navidad se comen kourambiedes y melanomacárrona. En Nochevieja se corta la vasilópita.


En Pascua se asa un cordero o una cabra y se come todo tipo de carne a la brasa. Además, se pintan de rojo huevos duros para hacerlos chocar contra los del vecino. También se comen huevos de chocolate.

En Kathará Deutera (“lunes limpio”), que es cuando empieza la Cuaresma y los griegos hacen volar cometas, se come taramosalata, fasolada, xalvás, lagana (una especia de pan azucarado), olivas...



En Chignopempti (el jueves que pilla una semana antes del Carnaval) se come carne como si no hubiera mañana. Todo es permitido y hay gente que se disfraza.

La magueiritsa o “sopa sucia” se relaciona con el fin del ayuno de la Cuaresma o de la Navidad.

Me he dejado muchos platos, evidentemente, pero es que hay tantos...





Nota: todas las fotos pertenecen a mi archivo.