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sábado, 28 de abril de 2012

La teoría de los tres pilares.



La sociedad griega es un edificio que se aguanta sobre tres enormes pilares: familia, historia y religión. Siempre ha sido así pese a las dificultades. Los pilares se mantienen firmes pese a las invasiones, los saqueos, la corrupción, la pobreza y las catástrofes. Quiero pensar que mientras la sociedad griega mantenga inamovibles estas tres columnas, aguantará.

- La familia es el pilar básico de la sociedad griega. Las madres y las abuelas siguen llenándote la nevera. Los padres lo dan todo por sus hijos porque consideran que es su deber. Ni más ni menos. 

- Los griegos están orgullosos de su historia a pesar de haber cometido muchos errores a lo largo de la misma. Evidentemente, tienen muy presentes a sus grandes héroes antiguos y a sus guerreros modernos. Contrariamente a lo que sucede en España, nadie intenta “apropiarse” de la historia. 

Cierto es que en las escuelas no se estudia la Guerra Civil o se pasa muy por encima. ¿Es lícito silenciar este período contemporáneo de la historia para no fomentar el odio entre los semejantes? 

- Sin la iglesia no puede entenderse la historia de Europa. En Grecia, la religión ortodoxa ha sido la que en tiempos difíciles se ha mostrado más firme. En tiempos en los que el Estado brillaba por su ausencia o no daba pasos adelante, fue la iglesia la que defendió la identidad helena y la libertad. Luego se podrá discutir el poder que tiene, su riqueza o algunos escándalos. Pero nunca la importancia que tiene y que ha tenido. Eso no se discute y se respeta.

¿Alguien se pregunta cuáles son los pilares de la sociedad española? 

Si lo comparamos con la griega, podemos echarnos a temblar. 

- La familia tradicional está despareciendo. Las parejas no se casan, conviven. Las personas se separan, se juntan, se divorcian, etcétera. Los niños han llegado a convertirse en una fuente de conflicto para parejas separadas y los abuelos en una carga. ¿Es bueno todo esto? 

De familias desestructuradas nacen muchos de los problemas que tenemos. La violencia doméstica, los divorcios, la falta de respeto con la gente mayor, la barbarie en las calles de los chavales, la mala educación, el lenguaje barriobajero… Porque si ponemos todo el peso de la educación en el maestro, nos hundimos. Los primeros educadores son los padres. Un hijo hace en la escuela lo que ve en casa. 

No estoy diciendo que en Grecia no se separe la gente o no haya homosexuales que vivan en pareja, pero digamos que los que lo hacen o no lo publicitan o no presumen de éllo. Ni falta que hace. 

- En España unos y otros tratan de reescribir la historia, “su” historia. Parece que España no existiese antes de la Guerra Civil. Muchos, cuando hablan de los Reyes Católicos o del Descubrimiento de América, lo hacen incluso avergonzados. Hasta ese extremo hemos llegado, el de avergonzarnos de nuestros éxitos y de nuestra historia. 

¿Si no conocemos nuestra historia como aprenderemos de nuestros errores? 

Una sociedad que pierde el tiempo lanzando pedradas al enemigo -al hermano-, no avanza. 

- Las iglesias están vacías y ya nadie quiere ser cura. No es que la gente crea o no crea en Dios, es que se burla. No sé si es causa directa de una falta de cultura escolar, histórica o familiar, pero desde luego mejor nos iría si por lo menos se mostrase un poco de respeto. Es lo mínimo que se puede pedir. En este sentido, la iglesia está perdiendo la batalla porque la publicidad anti eclesial llena nuestras pantallas. 

Una sociedad vacía en lo espiritual y que encima se burla de éllo, ¿a qué aspira? 

Bien haría España en pasar página. Franco murió hace casi 40 años y seguimos echándole la culpa de lo que pasa ahora, quizás porque los pilares de la sociedad de su época eran los mismos -familia, historia, familia- y la gente haya reaccionado radicalmente en contra. 

Soy pesimista y el futuro que nos espera de prevé difícil. ¿Es en parte la crisis económica consecuencia de esta falta de valores? Si por lo menos este caos sirve para que se afiancen nuestras creencias, para que las familias se unan y para que nos demos cuenta de qué es lo que realmente importa, bienvenida sea.

Para colmo de todo ésto resulta que el único pilar inamovible que teníamos, la monarquía, estaba levantado sobre arenas movedizas.   

jueves, 5 de abril de 2012

Las elecciones en el PASOK. Creía que lo había visto todo.





Papandreu III dejó de ser el líder del Partido Socialista Panhelénico hace tres semanas. Ha dejado el país hecho unos zorros y la sociedad griega tardará muchos años en recuperarse. Presentó su dimisión al Presidente de la República forzado por la Unión Europea aunque en realidad no hizo otra cosa que “hacerse a un lado” para dejar paso a Lukas Papadimos, tecnócrata ex de Goldman Sachs que tampoco ha mejorado las cosas. Finalmente, tras una serie de renuncias de diputados, críticas internas y presiones varias, Giorgos Papandreu abandona. Se podría decir que con su marcha se cierran más de 40 años de una historia política griega marcada por el dominio de dos dinastías, los Karamanlis y los Papandreu. Sin embargo, nos llevaríamos al engaño si dijésemos que esta manera de gobernar ha terminado. Siguen habiendo hijos, sobrinos y nietos de antiguos mandatarios o políticos en las sillas del Parlamento de Grecia. Es decir, herederos directos de los que dejaron el país en la miseria. Por lo tanto, el pesimismo y la idea de que nada va a cambiar es la que se desprende de los comentarios de la gente de a pie. No les falta razón. 

El motivo del post, no obstante, no es el de seguir cargando las tintas contra los culpables, sinó el de hablar de las elecciones a jefe del partido socialista.

Hace un mes tuvo lugar el congreso del partido en el que se presentaron las candidaturas y se produjo el último discurso del presidente saliente. Hace meses se estuvo hablando de dos o tres posibles candidaturas alternativas, aunque finalmente sólo el “actual” (ya no lo es) Ministro de Finanzas, Evánguelos Venizelos, dio el paso al frente. Como era de esperar, por otro lado. 

Sorprendentemente para mí, no fue proclamado en el congreso. Al presidente deben elegirlo los militantes mediante votación. ¡Ah, claro! ¡Bendita democracia! Así, no votan los delegados desplazados a Atenas para el congreso -en el fondo, una pantomima- sino los que están adscritos al partido en toda Grecia. 

La primera pregunta que debemos hacernos, claro, es la de ¿por qué hay que votar si sólo hay un candidato? ¿Se gana algo con éllo? ¿Qué se busca?

Las respuestas y las especulaciones no tardaron en llegar, principalmente en la prensa, aunque no hacía falta ser muy inteligente para llegar a las mismas conclusiones. 

Los socialistas calibraban, de cara a las próximas elecciones, la reacción de sus votantes. Aunque sólo fueran un 10% de los simpatizantes a votar, la reacción de los socialistas sería la misma: “a pesar del desgaste que hemos sufrido y que sólo hay un candidato, han ido muchos a votar”. El “josconcio” que se vana pegar en las generales va a ser histórico. El patinazo de Rubalcaba al lado de lo que se les avecina aquí va a ser pecatta minuta.

Ver en la televisión a gente escondiéndose tras una cortina para votar era casi tan ridículo como el hecho de tener que pagar por hacerlo. El partido, en la ruina más absoluta, pedía a cada votante dos euros para ayudar al “socialismo”. A 200.000 y pico votantes que se presentaron, calculen. Incluso hubo gente, supongo que de la vieja guardia, que dio más. La papeleta en una urna y los dos euros en otra, en caso de haberla, porque en algunas ciudades no pudieron costearse ni las urnas. Imagino que los presidentes y ayudantes de mesa no cobrarían, porque de lo contrario hubiera supuesto la ruina total y absoluta del partido. Perderían el domingo por amor al arte, digo yo.

El control de los votantes era tan caótico que uno podía votar en varios sitios y nadie se daba cuenta. Para demostrar que todo era una comedia ridícula, un periodista votó tres veces sin ningún problema en el mismo sitio. Registró con su cámara los hechos y luego salió en todos los telediarios. Ni siquiera tuvo el detalle de cambiarse de ropa para disimular. Farsa, farsa, farsa. Así va el país.