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lunes, 5 de diciembre de 2011

Makis Psomiadis, entre Gil y Julián Muñoz.






Españoles, griegos e italianos nos parecemos bastante. Figuras como las de Jesús Gil y similares están al orden del día. Unos son más populares que otros, dependiendo de la simpatía del sujeto, de la sinvergonzonería o de la morbosidad que despierten. Hace cosa de un mes el señor Makis Psomiadis fue detenido en la vecina Skopje (FYROM). Había algunos problemas para extraditarlo porque FYROM no está en la Unión Europea.

¿Quién es Makis Psomiadis? 

La definición de “híbrido entre Jesús Gil y Julián Muñoz” le va al pelo. Y como una imagen vale más que mil palabras, ahí va.


¡Incluso físicamente se parece a Muñoz! Alto, bien plantado, serio, firme, soberbio y chulo. Hombre de puro en la boca y trajes caros, de los que cuando habla, sentencia. Particularmente, estos personajes me producen sentimientos contradictorios. 

En el último año y medio Psomiadis ha estado en el ojo del huracán. Implicado en el escándalo de los partidos amañados y en un posible traslado de su equipo a Salónica, no ha parado de salir en las noticias. Evidentemente, a medida que iban dando más y más detalles del personaje, mi curiosidad aumentaba.

La gota que colmó el vaso fue su detención por parte de la Interpol en el país vecino. Estaba tomándose un café en un bar de la plaza más importante de la capital, a escasos cien metros del consulado griego, con  barba de quince días y el pelo recortadote. Era un secreto a veces que el sujeto se escondía allí y hacía días que le tenían intervenido el teléfono. Se ha dicho que un jugador de Skopje lo hospedaba en su casa. Aunque a Psomiadis no le dolían prendas en caso de tener que ir al casino a jugar unas fichas. Hasta ahí podíamos llegar. Incluso griegos que frecuentan las ruletas de la zona de frontera se habían hecho eco de la presencia del fugado por ahí con el puro.


Makis Psomiadis y Axileas Mpeos son considerados “los padrinos” del fútbol griego, a pesar de dirigir equipos menores. Hay otros presidentes implicados, aunque no han salido en la prensa como los primeros. Ya hacía años que se sabía en Grecia lo que pasaba, pero las autoridades hacían la vista gorda. Las historias de Psomiadis y Mpeos darían para varias novelas. Han estado haciendo y deshaciendo a sus anchas ante la complicidad de políticos, jueces y autoridades deportivas. 

Ha tenido que ser la UEFA la que dé el primer paso. En un sobre sellado enviado a la federación griega de fútbol iban los datos de todos los partidos sospechosos de amaño. Incluso los había de cuarta división. La tela de araña era tan grande que les debía dar pereza ponerse a investigar más.

A raíz de la investigación, empiezan a filtrarse llamadas telefónicas entre miembros de la federación y presidentes de clubes, jugadores, etcétera. Con motivo de esta investigación, nos enteramos casi sin querer de que Makis Psomiadis consigue un fármaco milagroso para su yerno Bouroussis. 

Big Mac, que es uno de sus motes, es un hombre de negocios. Ahí nos quedamos. ¿Empresario? Nadie sabe de qué empresa o empresas estamos hablando. Mákaros -otro mote- salió a la palestra cuando cogió la presidencia del AEK de Atenas hace unos años. Tras unos años allí y después de haber sido acusado de fraude fiscal, salió por piernas por miedo a que lo linchasen. Se dice que pagaba a sus jugadores dinero en mano y que mantuvo una agria polémica con Demis Nikolaidis, estrella del equipo entonces y que acabó en el Atlético de Madrid. Sea como fuere, dejó al AEK hundido en la miseria y con muchísimas deudas, ya que no pagaba a hacienda. El equipo, hoy en día, todavía no se ha recuperado. Con el tiempo se supo que había contratado seguridad privada para seguir a Nikolaidis por las noches y que incluso éste había sido amenazado.


Al poco tiempo de dejar el AEK y cuando ya no le presionaban tanto las autoridades, logró la presidencia del Kavala, al que no tardó en subir a primera división. Otra vez tuvo Psomiadis problemas con hacienda y sobre el club caía la amenaza de un descenso forzoso. La ciudad salió a la calle y, aunque el culpable principal era Big Mac, nadie fue contra el presi. Una gira de tuerca inesperada y absolutamente sórdida mostró a la gente quién era este señor en realidad: ¡estaba dispuesto a mover la sede del equipo hasta Salónica! Como el Iraklís se iba de cabeza a tercera por falsificación de seguros con los jugadores, estaba dispuesto a “comprar” el número fiscal y ponérselo al Kavala. La realidad supera la ficción. Su intención era la de fusionar los dos clubes, algo surrealista a todas luces. Con la precipitación de los sucesos posteriores el plan quedó en agua de borrajas.


La carta de la UEFA llegó a la prensa y todo salió a la luz. Partidos de hacía cuatro años entre equipos de cuarta división, alineaciones sospechosas, falsificación documental… Y sobretodo, apuestas. Miles de millones en apuestas de todos los colores. La red llegaba a países exóticos como Malasia o Korea. Apostantes de aquí en ligas de allí y viceversa, imagino que para disimular la trama. Pero era demasiado gordo todo y el globo tenía que explotar, por supuesto. ¿Nunca imaginaron que apostar millones de euros a partidos de cuarta división podría levantar sospechas? 


Me cuentan que en las últimas dos décadas han aparecido clubes nuevos en Grecia como si fueran setas y que luego han desaparecido misteriosamente. Han habido equipos que han conseguido varios ascensos seguidos hasta llegar incluso a primera. De la noche a la mañana y luego ¡puf!.

Algunas de las llamadas eran de lo más curiosas porque hablaban de arbitrajes, de designaciones, de arreglos, etcétera. Luego salieron a la luz otras escandalosas informaciones cada vez más surrealistas, en las que se aseguraba que las apuestas se hacían sobre la marcha, es decir, desde la grada. Un ordenador, una orden. También encontraron respuesta aquellos que se preguntaban cómo podía ser que once jugadores se hubieran puesto enfermos justo el día en el que tenían que enfrentarse al equipo de Mpeos. Los aficionados asistíamos atónitos a un espectáculo cada vez más patético y lamentable. Pero para que veáis que tengo mi corazoncito, hago una reflexión: si llevaseis tres o cuatro meses sin cobrar y os ofrecen la pasta de dos meses por perder, ¿qué haríais? Así actuaba Mpeos. Dejaos perder y pagaré parte de vuestras deudas a tocateja. Cualquiere se resiste.


Tras una semana de declaraciones ante el juez, fue Axileas Mpeos el primer detenido. Mpeos no el va a la zaga al primero. Presidente del Olimpiakós Volos en el momento de la detención, lo había clasificado para la Europa League. Llegué a Grecia en 2008 y el Volos no estaba ni en la Super League… 

Años atrás había estado vinculado al Panionios. Fue en ese mismo club en el que se produzco uno de los hechos más bochornosos que se recuerdan. Avisó a los jugadores de que no debían forzar antes del descanso. El Dinamo de Tiblisi ganaba 0-2 tras los primeros 45 minutos; el partido acabó 4-2. Todos lo sabían pero nadie dijo nada. Imagino que para la UEFA no pasó desapercibido.

Después de detener a Mpeos, detuvieron al hijo de Big Mac. Éste, que tras haber declarado una primera vez se encontraba en paradero desconocido, hablaba ya en boca de su abogado. Se entregaría para que soltasen a su hijo que, aunque estba metido en el fregado, es “menos” culpable que su padre. Ni por esas. Los días pasaban y Psomiadis seguía desaparecido. Se decretó una orden de busca y captura. Se dijo que se había recluido en Agio Oros porque allí no se puede detener a nadie. Además, al ser ferviente devoto y habitual del lugar, estaba semi protegido.   


Cerca de un mes estuvo desaparecido hasta que lo cazaron en una de sus casas en la afueras de Atenas. La imagen de Psomiades esposado y sus declaraciones a gritos salieron en todos los medios. Soltó aquello típico de que “soy una víctima del sistema, todo esto es un montaje…” Lucía nuevo look, el pobre, aunque al final no se pudo escapar. Sin embargo, no podían retenerlo más de 24 horas tras la declaración, con lo que podía salir hasta el día del juicio. 


24 horas más tarde el presidente del Kavala había desaparecido. Menudo fiera. Le había faltado tiempo. El infeliz pensaba que en la vecina FYROM estaba a salvo y no fue así.