(Al tratarse de una elección personal, habrá
lectores que no coincidan conmigo. Sin embargo, estoy seguro de que varios de
los nombres serán del agrado de todos).
La música en Grecia es sinónimo de cultura. Al
músico se le respeta y el público sabe
escuchar. Evidentemente, no todos los artistas son buenos, pero me
atrevería a decir que el nivel medio de calidad es notable.
Aunque hay jóvenes cantantes que se ganan más o
menos bien la vida, no llenan el escenario como las grandes damas. Las señoras de la canción inundan los teatro con su sola presencia.
Probablemente sea Haris Alexiou (Χάρις Αλεξίου, 63 años) la que mejor represente el
tipo de dama del que hablamos. Desprende señorío, templanza y mucha torería. Es elegante, noble y un punto chulapa. En cada actuación demuestra que
no hay que gritar para llegar. Y es
que Haroula no canta, interpreta. Siente cada frase y sufre
cada nota.
Es la Reina
del laikó o canción popular
griega y, aunque no está en su mejor momento, escucharla sigue siendo un
placer. Puede gustar más o menos, pero en Grecia todos la respetan y la
admiran.
La voz de Eleftheria
Arvanitaki (Ελευθερία Αρβανιτάκι, 56 años) parece flotar en el aire. En
algunas canciones creeréis estar escuchando a un ángel. Si Alexiou es la Reina,
probablemente Arvanitaki sea la Princesa.
Llama la atención su amplio y variado repertorio,
que va desde el laikó más puro hasta
el pop, pasando por tonadas más orientales y adaptaciones que os sorprenderán.
Su voz encaja perfectamente con los ritmos del desierto egipcio, las danzas
armenias y los sonidos de Esmirna.
Arvanitaki es tan
reconocida en el exterior como Haris
Alexiou, o incluso más. Sus giras tienen mucho éxito en el extranjero,
donde suele ir acompañada de una banda de músicos extraordinaria.
Da gusto ver como una reina y una princesa
asumen el éxito con tanta naturalidad. Me encanta la sencillez con la que
interpretan, visten y hablan. Aunque no suelen pródigarse en la televisión y
casi nunca hacen declaraciones, se las
escucha.
Otra de las mejores voces femeninas del país es la
de Glykeria (Glykeria Kotsoula,
Γλυκερία Κωτσούλα, 60 años), una de mis favoritas. Quizás no sea de las más
conocidas fuera de Grecia, pero también canta como los ángeles. Cumple con el
perfil sencillo y señorial de las damas citadas.
Un ligero carraspeo la hace inconfundible.
Destacaría sus interpretaciones de canciones tradicionales orientales y
folclóricas de regiones de Grecia. Sus tsiftetelis
levantan pasiones, porque canta con un punto de picardía inigualable e
inimitable.
Alkistis Protopsaltis (Alkistis Sebasti Attikiouzel) (‘Αλκηστις Πρωτοψάλτη, Άλκηστις Σεβαστή
Αττικιουζέλ, 59 años, nacida en Alejandria, Egipto) es otra de las grandes.
Como las anteriores, canta con un gusto maravilloso. A parte de interpretar
piezas que pertenecen al laikó más
clásico, en su repertorio encontramos temas modernos que nos acercan al pop.
A sus melodías muchas veces sólo les acompaña un
piano, una guitarra o un bouzouki. No
hace falta más. Su voz suena agradable y dulce a nuestros oídos. Domina las
baladas como nadie aunque también puede hacernos
bailar. Otra voz limpia, huérfana de artificios, que suena libre.
Reconozco que a Marinella (Μαρινέλλα) (Kyriaki Papadopoulou, Κυριακή Παπαδοπούλου,
75 años) no la he escuchado demasiado a pesar de ser una de las artistas más
veteranas. Sigue llenando teatros. Lleva una vida entera sobre los escenarios y
fue pareja artística y sentimental del gran Stelios Kazantzidis. Es eterna. Sus apariciones cautivan y sus
palabras emocionan. Marinella es una
artista como la copa de un pino, que además de obsequiarnos con su voz, actúa.
Es la voz femenina de la época de los bouzoukis y de los grandes cafés, cuando
se fumaba y se rompían platos. Ver uno de sus musicales es como retroceder en
el tiempo. Cincuenta años de música hechos canción. Marinella es la tradición adaptada a los nuevos tiempos. Quizás
perdió potencia con los años, pero ganó dulzura, técnica y clase. Una gran dama
que ha sabido evolucionar sin dejar de
ser ella.
Quizás de las grandes damas sea Eleni Vitali (Ελένη Βιτάλη) (Eleni
Labida, Ελένη Λαβίδα, 59 años) la más “diferente”. Canta con un estilo muy
personal, sentido y profundo, que llega a estremecer. Diría que interpreta con cierto desprecio, a veces como si recitase en lugar de cantar.
Pone voz a ritmos isleños y de Asia Menor
maravillosamente y su timbre es inconfundible. Oyes una frase y la reconoces.
Prefiere piezas más tradicionales acompañadas de laúdes, flautas, bouzoukis y sandouris.
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