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lunes, 26 de mayo de 2014

Los griegos y el tabaco.


A veces tengo la sensación de que todos los griegos fuman. En Grecia, el café y el cigarro forman un matrimonio perfecto.

Aunque hace tiempo que entró en vigor la Ley Antitabaco por la cual está prohibido fumar en recintos cerrados, raras veces se cumple. Sólo hace falta darse un garbeo por cualquier zona de cafeterías para ver que los ceniceros siguen ahí, quietos, impasibles al paso del tiempo, pidiendo ceniza.

Curiosamente, si a un fumador le pides que apague el pitillo, lo hace sin rechistar. Es consciente de que está incumpliendo la ley y de ahí el silencio.

Que el tabaco suba de precio, no impide que la gente siga “malgastando” su dinero.

En Grecia el paquete se sigue vendiendo en el quiosco de toda la vida, aquí llamado períptero. Hay algún negocio especializado, más tipo estanco, que te venderá puros y pitilleras a precio de oro, pero por lo general la gente de a pie compra en el quiosco.

Se pueden conseguir cajas o paquetes de contrabando sin ningún problema. No hace falta viajar a Andorra, ejem... a Bulgaria. Las transacciones se producen a plena luz del día sin que las autoridades hagan absolutamente nada.

En algunos perípteros se han llegado a vender cigarros a granel. Una manera como cualquier otra de afrontar la crisis.

Nunca he sido fumador, aunque tampoco soy un antitabaquista radical. Sin embargo, reconozco que cada vez me cuesta más entrar en un bar donde se fuma. En Grecia lo llevo claro porque todo sigue igual.

Los hosteleros montaron en cólera en España los primeros días, pero con el tiempo amainó la tempestad. Ahora la gente que quiere fumar, lo hace a las puertas del local y ya está. En el país heleno no se ha pasado de la primera fase. Los propietarios de bares y cafeterías no respetan la ley porque probablemente perderían toda la clientela. A pesar de que el Gobierno ha amenazado con multar a aquellos que no cumplan la ley, los pocos inspectores que hay hacen la vista gorda.

Grecia es el país de Europa donde más se fuma. Cualquier sitio es bueno para echar una calada: dentro del coche, en el pabellón de baloncesto, en un rincón del hospital junto a una ventana, en el colegio, en el pasillo de la universidad, etcétera.

En el cafeneio fuman los abuelos mientras se toman un ellinikó, en las grandes cafeterías lo hacen los jóvenes en las terrazas y los marchosos abusan del tabaco en las discotecas o en los bouzoukia.


Para muchos griegos, fumar es un pasatiempo más. Encenderán un cigarro tras otro al tiempo que sorben el expresso freddo y hablan por hablar. Tanto tabaco y tanto café no puede ser bueno. ¿Tendrán algo que ver con ello los repentinos cambios de humor del ciudadano griego medio?  

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