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jueves, 5 de abril de 2012

Las elecciones en el PASOK. Creía que lo había visto todo.





Papandreu III dejó de ser el líder del Partido Socialista Panhelénico hace tres semanas. Ha dejado el país hecho unos zorros y la sociedad griega tardará muchos años en recuperarse. Presentó su dimisión al Presidente de la República forzado por la Unión Europea aunque en realidad no hizo otra cosa que “hacerse a un lado” para dejar paso a Lukas Papadimos, tecnócrata ex de Goldman Sachs que tampoco ha mejorado las cosas. Finalmente, tras una serie de renuncias de diputados, críticas internas y presiones varias, Giorgos Papandreu abandona. Se podría decir que con su marcha se cierran más de 40 años de una historia política griega marcada por el dominio de dos dinastías, los Karamanlis y los Papandreu. Sin embargo, nos llevaríamos al engaño si dijésemos que esta manera de gobernar ha terminado. Siguen habiendo hijos, sobrinos y nietos de antiguos mandatarios o políticos en las sillas del Parlamento de Grecia. Es decir, herederos directos de los que dejaron el país en la miseria. Por lo tanto, el pesimismo y la idea de que nada va a cambiar es la que se desprende de los comentarios de la gente de a pie. No les falta razón. 

El motivo del post, no obstante, no es el de seguir cargando las tintas contra los culpables, sinó el de hablar de las elecciones a jefe del partido socialista.

Hace un mes tuvo lugar el congreso del partido en el que se presentaron las candidaturas y se produjo el último discurso del presidente saliente. Hace meses se estuvo hablando de dos o tres posibles candidaturas alternativas, aunque finalmente sólo el “actual” (ya no lo es) Ministro de Finanzas, Evánguelos Venizelos, dio el paso al frente. Como era de esperar, por otro lado. 

Sorprendentemente para mí, no fue proclamado en el congreso. Al presidente deben elegirlo los militantes mediante votación. ¡Ah, claro! ¡Bendita democracia! Así, no votan los delegados desplazados a Atenas para el congreso -en el fondo, una pantomima- sino los que están adscritos al partido en toda Grecia. 

La primera pregunta que debemos hacernos, claro, es la de ¿por qué hay que votar si sólo hay un candidato? ¿Se gana algo con éllo? ¿Qué se busca?

Las respuestas y las especulaciones no tardaron en llegar, principalmente en la prensa, aunque no hacía falta ser muy inteligente para llegar a las mismas conclusiones. 

Los socialistas calibraban, de cara a las próximas elecciones, la reacción de sus votantes. Aunque sólo fueran un 10% de los simpatizantes a votar, la reacción de los socialistas sería la misma: “a pesar del desgaste que hemos sufrido y que sólo hay un candidato, han ido muchos a votar”. El “josconcio” que se vana pegar en las generales va a ser histórico. El patinazo de Rubalcaba al lado de lo que se les avecina aquí va a ser pecatta minuta.

Ver en la televisión a gente escondiéndose tras una cortina para votar era casi tan ridículo como el hecho de tener que pagar por hacerlo. El partido, en la ruina más absoluta, pedía a cada votante dos euros para ayudar al “socialismo”. A 200.000 y pico votantes que se presentaron, calculen. Incluso hubo gente, supongo que de la vieja guardia, que dio más. La papeleta en una urna y los dos euros en otra, en caso de haberla, porque en algunas ciudades no pudieron costearse ni las urnas. Imagino que los presidentes y ayudantes de mesa no cobrarían, porque de lo contrario hubiera supuesto la ruina total y absoluta del partido. Perderían el domingo por amor al arte, digo yo.

El control de los votantes era tan caótico que uno podía votar en varios sitios y nadie se daba cuenta. Para demostrar que todo era una comedia ridícula, un periodista votó tres veces sin ningún problema en el mismo sitio. Registró con su cámara los hechos y luego salió en todos los telediarios. Ni siquiera tuvo el detalle de cambiarse de ropa para disimular. Farsa, farsa, farsa. Así va el país.   

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