Translate

viernes, 14 de mayo de 2010

Escapada a Skiathos (I)

ESCAPADA A SKIATHOS, EN LAS ESPORADAS. 6-8 AGOSTO 2008 (1).



Y de entre la infinidad de islas que existen en el territorio, nos inclinamos por Skiathos. La guía Lonely Planet, que es casi como la Biblia porque todo buen turista la lleva consigo, la pone bastante bien. Dice que en verano se llena de grupos de turistas, pero no es tan conocida como y otras y por lo tanto no estará tan masificada. Parece que hay buena combinación tanto de autobuses como de trenes. Reservamos hotel y pagamos por adelantado la primera noche vía transferencia bancaria. La segunda noche la tendremos que pasar en un apartamento.






Al haber hecho la reserva a última hora y por la manera de atendernos por teléfono, no veíamos muy claro el tema del hotel. No aceptan tarjetas visa. Puedes reservar, pero si llegas y alguien ha pagado la habitación antes que tú, te la quitan. Así que hay que ingresar un anticipo, en este caso de la primera noche para asegurarse el alojamiento. Y ya veremos como va…


Y se nos ocurre bajar al mar, cerca del puerto, donde están las agencias marítimas de Salónica. Resulta que hay ferry a Skiathos. ¡ Y es baratísimo! Sale a las 24:00 del día siguiente. Decidido, no se hable más. Como hay que estar una horita antes, vamos a cenar al Goody’s que hay en el paseo marítimo para estar cerca. Y de allí al ferry.


A primera vista, me parece un barco francamente grande. Nunca había viajado en ninguno así. Lo máximo, los trasbordadores de Deltebre y similares. La gente te acumula en los alrededores. A embarcar tocan. Se forma la inevitable cola. También embarcan coches y motos. Va directo a Skiathos, así que la gente corre para coger sitio. Como habíamos comprado los billetes de los últimos, no había cabinas disponibles.



A grandes rasgos, el interior del barco lo forman dos compartimentos gigantes donde viaja la mayoría del pasaje, la zona de los camarotes, el bar y poco más.

Nosotros, como no podía ser de otra forma, viajamos en la zona económica. Donde viaja el pueblo y se mete la juventud. Somos los que pagamos lo mínimo posible. Algunos preferirán dormir a la intemperie porque por la noche la temperatura es soportable. Y con unas provisiones y compañ ía agradable, la noche pasa rápido.

Son siete horas de viaje salvo retrasos. Es francamente confortable. Los espacios son amplios y los asientos bastante cómodos. Está prácticamente lleno. En el exterior se acumula gente que prefiere mirar el paisaje o dormir al raso tras beberse unas cervezas. Pero claro, siete horas son siete horas, y encima de noche. Nunca encuentra uno la posición. Además, el olor a compañ erismo se incrementa con el paso de las horas. ¡ Hay que ducharse antes de subir, hombres de Dios!


Después de los dos compartimentos grandes hay una recepción como las de los hoteles, donde el recepcionista adjudica las cabinas. Los que pagan. Los camerinos están debajo y se accede a ellos por unas escaleras.

El bar está al fondo a la derecha. A los cinco minutos ya está abarrotado, con gente estirada en los sofás dispuesta a pasar allí la noche. Y nadie les dice nada. En unos minutos olerá a pies, a café y a mortadela.El ferry es enorme y a pesar de navegar francamente deprisa, no se nota el oleaje. Los que tiendan a marearse en el mar, no tendrán problemas. El pasillo es ancho pero la gente no tiene paciencia y choca por culpa de la dichosa prisa. La gente va y viene, grita, pasa, se asoma a un compartimento y gruñe, busca a la prima que se ha perdido, habla con el botones, se dirige al bar, etc…





Las maletas no caben en los compartimentos y no hay taquillas, así que cada uno las pone donde buenamente puede. La puerta casi queda bloqueada. Mucha gente lo que hace es dejar la maleta donde sea, coger la cartera y directa al bar. Como hace la tuna, vamos. Empieza a oler a tigre. La gente te descalza. Incluso hay alguno que no hace más que pasearse, que se ha quitado la camiseta. Parece una inmensa comuna hippie.


Al cabo de un rato, el capitán anuncia que nos vamos. Aun así, la gente sigue entrando y saliendo, buscando no se sabe muy bien qué, hablando por el móvil a gritos, jugando a las cartas, intentando ligar de buenas a primeras…. Se zarpa con un ligerísimo retraso, pero hasta bien pasada una hora o así, la gente no se habrá aposentado. Las hay que no hacen otra cosa que entrar y salir durante las siete horas luciendo palmito. Mareante.


Y como no hay manera de sobar, me dedico a observar. Nunca dejéis de observar. Hay tele, pero está rota. Hay cuadros que son fotos de ferrys, bebidas raras en unas vitrinas que valen un huevo y gente joven. Son prácticamente todos griegos. No sólo se adivina por el idioma, sino también por la forma de desenvolverse. No les importa ocupar el espacio de otra persona si esta se va un minuto al baño.


Y algunos se tumban invadiendo tres o cuatro asientos. Los de atrás juegan a las cartas, un grupo de chicas no para de entrar y salir, bloqueando la puerta. A lo lejos se oyen carcajadas, veo que aparecen los primeros mp3 y esas cosas. A las griegas se las distingue por ir peinadas de peluquería y por llevar las uñ as pintadas. Visitaron a la esteticién por la mañ ana y se hicieron lavado de cutis y manicura. Lucirán algún collar y algún anillo. La piedra, como más grande y llamativa, mejor.



Muchas irán maquilladas aunque como son siete horas de viaje, otras preferirán hacerlo por la mañ ana. Además, estrenarán un vestidito fresquito que habrán comprado el día anterior. Sobre todo que la ropa no tape el tatuaje insinuante que me hice después de Navidad, porque si no lo enseñ o ahora, nunca lo haré. Por su parte, los chicos vestirán modernillos, muy a la italiana.


Me gusta el ambiente de juventud que se respira, aunque a todos ya les saco más de diez añ os… Suelen ser universitarios que van a pasar unos días con los amigos a una isla de las suyas. Por lo que veo, el turismo interior es el que más practican los griegos. No necesitan salir fuera porque aquí tienen mucho por descubrir. A una islita a desconectar y para la gran ciudad de nuevo a matar el tiempo.


Como la gente no deja de tocar los huevos, salgo a pasear. Primero me asomo a la recepción y veo que la cola es escasa. Los sofás se han llenado de gente que juega a las cartas o bebe frappé. Veo tablis por ahí.

El bar es generoso. Hay televisión y muchas mesas. Los sillones que las rodean están casi todos ocupados por gente que toma algo o cena. Hay cola en la barra. Al entrar te da la impresión de que todo el mundo te mira. Pasa siempre que entras en algún bar, aquí o en las Barbados. Pero como tras el bar no hay nada, vuelves sobre tus pasos y vas a la parte trasera, que es exterior. Hay gente tirando fotos o tomando café. Los previsores trajeron bocadillos y botellines de agua. Incluso en alguna esquina alguien se está preparando la cama. Trajo esterilla y manta. A vagabundear.

Unas escaleras te conducen a la parte superior donde tienes bonitas vistas de la luna y de la costa de Salónica que va quedando atrás. Luego, la oscuridad. Está lleno de bancos y mucha gente te tumba en ellos para dormir. Hay un techo que impediría que la gente te mojase en caso de lluvia, aunque no se si, llegado el caso, sería demasiado efectivo. Y al final de todo, otra barra que no deja de servir cerveza fría y frappé.




Van pasando las horas y no hay manera de ponerse. El codo me molesta, el culo se me está quedando cuadrado, los de atrás no dejan de hablar, etc… Es difícil congeniar el sueñ o. Mucha gente del pasaje de estira en el suelo porque es moqueta. Se ven sacos de dormir y esterillas. Debe ser gente que ya ha viajado y conoce el tema.

Harto de que grupos de gente pasen por delante una y otra vez tropezando por las maletas y dando saltos, uno saca el mp3 y decide escuchar a los Sabandeñ os. Para calmar la ansiedad, más que nada. Divino. Y a las siete a ver la salida del sol y a pegar una meadita. Casi vomito, no por estar mareado, sino por el olor de los lavabos del barco. Aguanto la respiración, meo y me meto debajo del chorro. La gente va despertando y lo de siempre. Las jodidas prisas. El pasillo bloqueado absurdamente cuando el barco todavía no ha parado. Y como el menda estaba echando fotos se las tiene que ingeniar para llegar al compartimento. Se recorre uno el barco en dirección a la cabina y baja las escaleras. Se entra en el bar por el otro lado y caminando se llega al rescate de las pertenencias, algunas soterradas. Pasillo bloqueado por gente que lleva siete horas sin dormir… y sin ducharse… Olor a sudor por todos lados. Peste. Y alguien se deja la puerta del lavabo abierta. Hedor hiriente.




Hay pasajeros que viajan hasta Creta. Lo que les queda es todavía mucho, pero para nosotros el viaje de ida ha concluido. Nada como una bougatsa o un croissant de chocolate como los de aquí -gigantesco- más un frappé o un zumo, para ponerse las pilas.





No hay comentarios:

Publicar un comentario