A una semana de
las elecciones griegas, quiero reparar en un hecho que demuestra que gran parte
de los políticos están desesperados. No me importa quien gane, pero sólo con
ver cómo se le ponen los huevos por corbata a alguno, merece la pena estar
atento.
A muchos
políticos que llevan toda la vida en la silla, se les acaba el chollo. Y lo
saben. Noto el grado de acongoje y desesperación en sus caras, en sus acciones
y en sus palabras.
- Están desesperados porque cambian de partido.
El último en
cambiarse de chaqueta ha sido el diputado de DIMAR Vasilis Oikonomou.
Sorprendentemente, ha dejado un partido de izquierda moderada para irse a Nueva Democracia. Ha abandonado el
barco en el momento de hundirse, porque el DIMAR
no entrará en el Parlamento salvo
sorpresa.
Muchos
militantes y algunos políticos del PASOK
de toda la vida, se han pasado a la nueva formación liderada por Papandreu, a ver si así consiguen algo.
Theodoros Pángalos, uno de los peces gordos históricos del PASOK, ha dicho públicamente que votará
a ND. Me gustará ver qué nos tiene
preparado el líder socialista, Evangelos
Venizelos, si no logra el 3% de los
sufragios. Esto es un “sálvese quien pueda” en toda regla.
- Están desesperados porque se tiñen el pelo.
Las viejas
glorias han pasado por la peluquería estos días para teñirse el pelo. Parecen
otros. Suena ridículo, ¿verdad? Son conscientes de que sus canas no conectan
con la gente joven e intentan dar una imagen más moderna. No cuela. La gente
está harta de las mismas caras. ¡Hasta tal grado de desesperación han llegado!
- Están desesperados porque usan Twitter.
Han aparecido
nuevas cuentas en Twitter de
políticos veteranos que en su vida habían escrito mensajes. Dudo que las lleven
ellos, porque tuitean incluso cuando están en los platós de televisión. Llegan
tarde. El tren les ha pasado por encima.
- Están desesperados porque evitan el cara a cara.
El presidente Antonis Samarás no ha querido hacer un
debate con Alexis Tsipras en
televisión. Una entrevista-masaje en un canal afín y nada más. Las encuestas
dan como ganador a Tsipras, pero Samarás huye del cara a cara como de la
peste. Cree que en lugar de recortar distancias, el debate las agrandaría. No
se entiende.
- Están desesperados por el lenguaje catastrofista que utilizan.
Hay que meter
miedo como sea. “El SYRIZA nos
llevará a la bancarrota, a la salida del euro, a ser la Venezuela de Europa, al
caos y a la anarquía”. A falta de propuestas, hipótesis. Entienden que la mejor
defensa es un buen ataque, aunque éste sea a la desesperada, a gritos y
moviendo los brazos. Teatro del malo.
¿Dónde acabarán
todos esos políticos que llevan cuarenta años metidos en el partido para
conseguir una silla si no son elegidos? Para ellos, empieza una semana de
sufrimiento. El principio del fin. Está mal que lo diga, pero… ¡disfrutémoslo!
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