Conducir
por Grecia es sinónimo de aventura. El griego al volante hace lo que quiere, cuando quiere y como quiere.
Olvidémonos de prohibiciones, señales, peatones, rotondas, sentidos,
preferencias o semáforos: en Grecia manda
el claxon.
El coche es más fuerte que el peatón y los pasos de cebra
no se respetan, así que más te vale correr para que no te pasen por encima. Los
conductores no tienen ningún respeto por los peatones e incluso les pitan para
que se aparten. El turista, los primeros días, lo pasará mal cada vez que tenga
que cruzar la calle. Conviene ir con mucho cuidado.
Los semáforos, que no siempre funcionan, no dan tiempo al
peatón a llegar al otro lado. Se ponen rojo enseguida y se corre el riesgo de
quedar en tierra de nadie, en medio de la calle.
En las ciudades grandes el tráfico es insoportable, sobre
todo en las horas puntas. Recomiendo evitar siempre el centro e ir a pata o en bus. En Grecia hay varios
factores que lo empeoran todo y que se podrían evitar.
Los aparcamientos en dobles y triples filas son de lo más
habitual, provocando que el carril se estreche enormemente y forzando a los
autobuses a salirse del trazado. Los conductores que bloquean dejan un papelito
con su número de teléfono y desaparecen. Los hay que abandonan el coche en el
lateral con las luces de alarma puestas y se van a hacer la compra o a dar un
paseo.
Las gasolineras suelen encontrarse dentro del casco
urbano, con lo que se forman colas en algunas de las vías principales.
Evidentemente, cada mañana los camionazos cargados de fuel taponan las
calles.
En Grecia no hay guardia urbana, o si la hay, no la he
visto nunca.
A los profesionales de la conducción hay que darles de
comer a parte. No os extrañe ver a taxistas fumando en el taxi o bebiendo frappé, incluso con clientes dentro.
Hacen lo que les da la gana porque la
calle les pertenece. En cualquier momento pueden parar y recoger
transehuntes. Se saltan los semáforos, se meten por direcciones prohibidas,
adelantan cuando no deben, giran de manera repentina y hacen pirulas con
absoluta impunidad. Los chóferes de autobús no difieren mucho de los taxistas.
Aunque no fuman, suelen hablar por el móvil y pisar el acelerador sin reparo
alguno.
Los
camioneros búlgaros y turcos son auténticos kamikazes. Conviene andarse con ojo si se pretende adelantarlos.
Si en España los más animales son los pizzeros, imagínense
en Grecia. Como se lleva mucho lo de la comida a domicilio y las ciudades
grandes están llenas de locales, toman las calles cuando empieza a oscurecer. Los
repartidores se meten por zonas peatonales, se suben a las aceras, adelantan
por donde no deben, se saltan los semáforos y aparcan en lugares prohibidos. Todos
estos aprendices de Valentino Rossi se
juegan la vida. Por lo general, no llevarán casco e irán hablando por el
teléfono móvil todo el rato.
Hay pequeños talleres de reparación de motocicletas
repartidos por toda la ciudad. Muchos de los vehículos están trucados y hacen
un ruido espantoso. Algún día tiraré a un motorista de éstos al suelo por el
puro placer de hacerlo. No los soporto.
El
griego corre. A pesar de que
el asfalto está cada vez peor, el griego
en la carretera pasa de conductor a piloto. Se te pegará al culo y empezará
a hacer señales con las luces para que te apartes y le dejes pasar. Van a saco y eso que hay baches.
Los únicos que no van rápido son los abuelos, que
circulan por el arcén a paso de tortuga. También tienen su peligro, claro.
Lo de las preferencias en las rotondas, los cambios de
sentido y el paso de los cruces no lo tienen muy claro, o mejor dicho, lo
tienen claro a su manera. Recomiendo
ir despacito y no alterarse cuando empiecen a tocar el claxon. Hacer sonar la bocina forma parte de la
cultura griega y no hay que darle más vueltas. No suelen tener piedad con
los coches que lucen matrícula extranjera o que son de otra ciudad.
La gasolina ha subido mucho de precio con la crisis y
algunos paisanos han devuelto las matrículas de uno de sus coches. La hojalata
se acumula en los centros donde se recauda el impuesto de circulación. Sin
embargo, se ven muchos jeeps y coche deportivos por el norte. Al parecer, hace
unos años ibas a comprarte un todoterreno y el Gobierno “te subvencionaba”. La
gente tenía jeep, pero no casa. La medida, que tenía como objetivo reactivar la
industria automovilística del país, acabó endeudando a las familias, que ahoran
no tienen ni para gasolina. ¿Qué industria automovilística si todos los coches
son alemanes? A nadie le amarga un dulce, claro. ¿A quién no le gusta tener un
buen coche?
Si vienen a Grecia y pretenden hacer una ruta durante las
vacaciones, recomiendo alquilar un coche, siempre que el conductor no sea
novato, aunque tengan en cuenta que el vehículo griego más cómodo para viajar
sigue siendo el ferry. Los griegos al volante se vuelven agresivos, incívicos y
peligrosos.
En muchas aspectos se podría decir que Grecia no es Europa, pero en el que sin duda están más alejados de nuestros estándares es en la conducción. He estado unas 6 veces en el país, con diferentes coches de alquiler y con el propio, en la península y varias islas. En general se conduce mejor en las islas, lo del estado de las carreteras es muy diverso. Para mi el peor tramo, por deterioro de asfalto, densidad de trafico, y un largo etc es la carretera que recorre la costa occidental hasta Igoumenitsa, al lado de esta las del Peloponeso son autopistas de seis carriles!.
ResponderEliminar