A pesar de los paralelismos, Grecia sigue estando a años luz de
España en casi todo. En lugar de reducirse, las diferencias entre
los dos países van en aumento. España está peor que hace tres
años, pero Grecia muchísimo peor. Así que a todos los que se
quejan de lo mal que funciona el país les invitaría a que hicieran
la maleta y se vinieran a vivir a Grecia tres mesecitos. Alucinarían
por un tubo.
En cosas tan básicas como el alumbrado, los sistemas de calefacción de los hogares, los materiales de construcción de las casas, los transportes públicos o las carreteras, la diferencia es abismal. Hablo con conocimiento de causa porque las dificultades las sufro a diario, desde que salgo a buscar el coche para ir al trabajo hasta que regreso esquivando basura y pedigüeños.
Aunque con el frío del invierno muchos han desaparecido, siguen viéndose vagabundos por la calle que buscan en los contenedores algo que echarse a la boca. En España vi a una persona hurgando entre los desperdicios y me chocó. Probablemente en las grandes ciudades este problema vaya en aumento y ya se estén viviendo situaciones parecidas, pero nada que ver con Grecia, creedme. Aquí muchos viven en la miseria más absoluta.
En España vi un buen número de pequeños negocios que habían echado el cierre, como aquí. Letreros anunciando el “nos trasladamos”, “se traspasa” o “se vende” indican que, en este sentido, sí nos parecemos.
En cuanto a los precios, la compra en el supermercado sale más barata y hay mucha más oferta, así como la ingesta de café o cerveza. La gasolina también es más barata en España; no así los peajes, los taxis o los autobuses. Cenar en un restaurante sale más caro en España, aunque haya más variedad de locales. Los cubatas, la prensa o la ropa tienen un precio parecido en ambos países. La gran diferencia que he visto esta vez es que en España hay más de todo, con lo que debes seleccionar mejor lo que compras. En Grecia solo puedes elegir entre A o B, mientras en España tienes A, B, C, D, E y F. En España se agradecen los sencillos accesos a los centros comerciales, la fluida circulación de los coches y las aceras anchas y limpias. En Grecia cada vez quedan menos grandes almacenes en el centro y hay que moverse al extrarradio.
Por supuesto, en el país heleno han subido los precios bastante más que en España, han recortado los sueldos mucho más y han aumentado los impuestos exageradamente.
¿Hay similitudes entre el caso griego y el español? Evidentemente, porque ambos se encontraban en situaciones parecidas, siempre salvando las distancias. A problemas parecidos, soluciones parecidas. El problema es que se está viendo que en lugar de solucionar, agrandan un problema que parece no tener fin.
Ahora parecen decididos a perseguir la evasión fiscal, cuando hace muchos años que se sabe que la gente esconde dinero negro en Suiza para no pagar impuestos. Aquí con la famosa lista Lagarde y allí con el ex tesorero del PP, Bárcenas, que tenía 22 millones de euros en un banco suizo. En Grecia el ex ministro de Economía, Giorgos Papakosntantinou, va a ir a juicio porque al parecer borró nombres de dicha lista.
A título personal, esta vez he notado mucho más las diferencias entre lo que es una ciudad grande y otra mediana/pequeña. Ahora entiendo porque los emperadores romanos iban a Tarraco a descansar. ¡Qué clima más extraordinario! Me encantó levantarme sin escuchar el ruido de las insoportables bocinas de los coches o poder pasear por las aceras sin miedo a ser atropellado por una moto. Ver como la gente protesta de manera cívica o como los coches te dejan cruzar por el paso de cebra amablemente hacen que Grecia parezca otro mundo, más cercano a Asia o a África que a Europa, desde luego. Lo que más rabia me da es que los griegos que han viajado fuera se han adaptado perfectamente y en cambio, cuando regresan, vuelven a las andadas y se comportan como salvajes otra vez.
Ha habido una cosa que me ha molestado bastante en España y es la costumbre que tiene la gente de tutear al personal. Ese tuteo generalizado tan “progre” en pos de no “crear distancia” y chorradas de ese tipo. Una cosa es el tuteo simpático en el mercado, mundialmente aceptado, y otra en una joyería, en una tienda de ropa o en una cafetería. En Grecia le sirven a uno mucho más amablemente y “con ganas”. Cuando vi a una chica de esas de piercing en la boca -que además mascaba chicle- hablándole de tú a una señora de más de 80 tacos estuve a punto de sacar el trabuco.
El último aspecto que quiero comentar es el de la comida. Aunque se come bien en los dos países, la comida griega va ganando terreno en cuanto a mis gustos. No le hago ascos a unas gambas o a unos langostinos en Navidad, pero tampoco al tasajo heleno, basado en carnes de todo tipo, desde el cordero lechal al gorrino. Antes no era así, claro que en Grecia no hay jamón ni aceitunas rellenas.
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