El día 25 de marzo los griegos honran a los caídos durante la Guerra de Independencia. Después de casi 4 siglos de dominación turca, el arzobispo Παλιών Πατρών Γερμανός iza la bandera griega en el monasterio Μεγίστης Λαύρας de Kalabrita.
La fecha coincide con la de la Anunciación de la Virgen. De este modo, fiestas religiosa y laica se juntan el mismo día. Las iglesias se llenan de feligreses y las calles de soldados. Los políticos hacen acto de aparición e intentan salir en todas las fotos. Se espera de ellos que hagan una declaración ante las cámaras después de la misa y que vayan al palco a ver el desfile.
Estudiantes de colegios, asociaciones folclóricas, boy scouts, cuerpos especiales del ejército, tanques, camiones, etc… desfilan por las calles principales de las ciudades. En Salónica se recomienda ir a verlos pasar cerca del mar, en Vassilisis Olgas. Mientras pasa el ejército de tierra a ras de suelo, por el aire hacen aparición los apaches y las aviones a reacción. El suelo tiembla y la gente aplaude.
1453. La caída de Constantinopla supone un antes y un después. Los turcos otomanos ocupan la mayor parte de Grecia y se producen encarnizadas matanzas. A lo largo de los siglos y pese a sucesivas revueltas, el levantamiento no tendrá éxito. La propia decadencia del Imperio Turco facilitará las cosas.
Pese a que los propios griegos siguieron enfrentándose muchas veces entre sí, los combates continuaron hasta 1825 cuando los turcos pidieron ayuda a Egipto. La lucha por la independencia generó simpatía en el resto de Europa. Rusos, ingleses y franceses prestaron apoyo al movimiento aunque las primeras batallas tuvieron que lidiarlas los griegos, que recibieron de lo lindo.
En 1827 la flota turca fue derrotada en la Batalla de Navarinou por las flotas inglesa y francesa. A partir de ahí, una serie de tratados, de disputas, de facciones enfrentadas y problemas varios impidieron que se viera una cierta estabilidad política hasta la llegada de la monarquía.
Batalla de Navarinou.
Algunos de los héroes de la revolución fueron Theodoros Kolokotronis, Markos Botsaris, Alexandros Mavrokordatos, etc… También aristócratas americanos e ingleses se unieron a la causa independentista. Thomas Gordon y Lord Byron fueron los más conocidos.
Nombres de calles y plazas nos recuerdan constantemente a nuestros héroes revolucionarios. Sus estatuas, repartidas por toda la ciudad, hacen que nadie olvide de donde venimos. La revolución está muy presente, así como también la poca simpatía que sienten por los turcos. Consideran los cuatro siglos de ocupación como un período de estancamiento. Aquí no llegó el Renacimiento, por ejemplo. Mientras las grandes monarquías se repartían Europa, Grecia seguía bajo el dominio turco.
No es de extrañar que las fiestas religiosas sigan festejándose a lo grande y que en las iglesias muchas veces no se quepa. Y es que tantos años de subyugación se notan. Las iglesias ortodoxas fueron convertidas en mezquitas. Tras la revolución, muchos minaretes fueron derribados y murales y mosaicos salieron de nuevo a la luz. Los musulmanes habían intentado sepultar cualquier vínculo con el cristianismo.
El fervor religioso es más bien una reacción contra lo anteriormente impuesto que un sentimiento profundo.
Grecia es un país de curas y militares.
Hoy en día se suele aprovechar el día de la fiesta nacional para cargar contra el prójimo, es decir, contra el presidente de turno. Este año (2011) puede ser particularmente conflictivo por culpa de la crisis económica que estamos viviendo. Esta semana uno de los ministros recibió un “yogurazo” al salir de un restaurante. No es la primera vez que ocurre. Aquí los políticos saldrán del país a gorrazos.
Se esperan una serie de resoluciones por parte de la Unión Europea que pueden afectar directamente a Grecia y que pueden suponer -casi seguro- nuevas medidas de recorte. El debate está en si los políticos se atreverán a asistir al desfile o si se quedarán en casa por miedo a los posibles ataques yoguriles.
Y a todo ello, los tanques en la calle como en el 23F.
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