Emigrantes 2.0 (E2.0).
Con la crisis ha nacido lo que yo llamo la “Generación Emigrantes 2.0” (GE 2.0). Ya sé que en España también se está produciendo el fenómeno -el diario El País se encarga de recordárnoslo cada dos por tres-, pero en mucha menor medida que en Grecia.
La GE 2.0 suele oscilar entre los 24 y los 50 años, o incluso más. Son todas aquellas personas que se han marchado del país en busca de una vida mejor en pleno siglo XXI. La falta de trabajo, principalmente, pero también los míseros sueldos, la laberíntica burocracia y la pobreza en general han empujado a una gran cantidad de gente a buscarse la vida en otro lugar.
Retorno al pasado.
Se están viviendo situaciones francamente tristes, aunque no nuevas en Grecia, ya que en los años 60 y 70 fueron muchos los helenos que se vieron forzados a emigrar. Los que se largan, curiosamente, lo hacen a los mismos países a los que se fueron sus antepasados.
Australia, Inglaterra, Países Bajos, Suecia, Noruega o Alemania son algunos de los países en los que poco a poco se va asentando la GE 2.0. Los emigrantes que se lo pueden permitir, cruzan el Atlántico hasta Estados Unidos o Canadá, donde viven compatriotas desde después de la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Civil. Los más osados buscan fortuna en Qatar.
Hay pueblos en Grecia en los que solamente viven abuelos y nietos, porque los padres han emigrado. Son pueblos de casas grandes con interiores casi palaciegos y preciosos jardines, pero sin matrimonios de mediana edad que puedan disfrutarlos. Son lugares construidos con el dinero ganado en Alemania o Australia por parte de los que ahora son jubilados. Aniquilan a la clase media y fuerzan a emigrar a toda una generación de personas.
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No conozco a muchos griegos, la verdad, pero por mi trabajo estoy en contacto con gente joven que tiene inquietudes y opinión formada. Os aseguro que la idea de marcharse de Grecia la tienen o la han tenido todos los universitarios en la cabeza en algún momento.
El hijo del señor que me hace las fotocopias se largó a Alemania estando yo aquí, un familiar médico vive allí desde hace ya tres años y ahora se lleva a la familia, el hermano de un alumno estudia también allí y no piensa volver, el de mi jefe en Inglaterra, y así podría seguir. Hay pocos griegos ahora mismo que no tengan algún conocido, familiar o amigo en el extranjero. A los emigrantes instalados fuera desde hace unos años no paran de llamarles los amigos para ver si pueden enchufarlos en algún sitio. Son incluso las propias madres las que animan a sus hijos a marcharse. Hasta tal punto hemos llegado y eso que en Grecia la familia es “sagrada”.
La comunicación entre los E 2.0 y los que siguen en Grecia se hace a través de Skype, de las redes sociales y del teléfono. Los que sienten nostalgia de su tierra descargan sus frustraciones enviando mensajes a programas de radio y televisión. Lo que más les indigna es ver que en el resto de Europa la vida es, simplemente, más sencilla.
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En la parada del autobús había una joven estudiante y un señor mayor hablando, aunque en realidad quien largaba era el abuelo y ella escuchaba sin apenas decir nada. Llegó el bus de la chica y el caballero, que se había quedado con la palabra en la boca, se acercó hacia mí -si hay algo que me gusta de los griegos es que te hablan sin complejos y como si te conocieran de toda la vida-.
De buenas a primeras, el señor me soltó:
- "Grecia no es país para jóvenes". (Está bien, me he adornado un poco, pero más o menos vino a decir éso.)
Lo miré, sonreí y callé, como invitándole a que siguiera hablando. Después de la sorprendente presentación, afirmó que los jóvenes griegos no tenían ningún futuro en el país.
- "Al fin y al cabo, yo soy pensionista y no necesito mucho para vivir, ¿pero vosotros?"
Sabía que si abría la boca la conversación se alargaría, pero me lancé.
- "Yo no soy griego, soy español."
Esperaba ver una cara de sorpresa, pero no fue así.
- "Yo soy de Constantinopla."
Cuando llegué a Grecia, la pregunta que siempre me hacían era si me gustaba el país. ¿Acaso vosotros hubierais dicho que “no”? El “sí” sonaba rotundo a los oídos de los interlocutores, complacidos y orgullosos de su país. No se daban cuenta que yo respondía de forma afirmativa por puro compromiso, entre otras cosas porque todavía no conocía el lugar. Todavía hoy me lo siguen preguntando y, aunque suelo decir que “sí”, añado matizaciones. Es más, repico con aquellas cosas que no me gustan nada. Si bien mi respuesta ha variado ligeramente, lo que si ha cambiado totalmente es la cara de los oyentes nativos que escuchan, cada vez más sorprendidos de que un españolito como yo siga viviendo en Grecia. La pregunta más frecuente que me hacen ahora es: “¿no has pensado en volver?”, o directamente: “¿por qué no te vas?”
El buen hombre me contó que iba de vacaciones con la familia cuando era joven, salía a cenar de vez en cuando, trabajaba, etcétera, y todavía le quedaba dinero en el bolsillo.
Con la crisis ha nacido lo que yo llamo la “Generación Emigrantes 2.0” (GE 2.0). Ya sé que en España también se está produciendo el fenómeno -el diario El País se encarga de recordárnoslo cada dos por tres-, pero en mucha menor medida que en Grecia.
La GE 2.0 suele oscilar entre los 24 y los 50 años, o incluso más. Son todas aquellas personas que se han marchado del país en busca de una vida mejor en pleno siglo XXI. La falta de trabajo, principalmente, pero también los míseros sueldos, la laberíntica burocracia y la pobreza en general han empujado a una gran cantidad de gente a buscarse la vida en otro lugar.
Retorno al pasado.
Se están viviendo situaciones francamente tristes, aunque no nuevas en Grecia, ya que en los años 60 y 70 fueron muchos los helenos que se vieron forzados a emigrar. Los que se largan, curiosamente, lo hacen a los mismos países a los que se fueron sus antepasados.
Australia, Inglaterra, Países Bajos, Suecia, Noruega o Alemania son algunos de los países en los que poco a poco se va asentando la GE 2.0. Los emigrantes que se lo pueden permitir, cruzan el Atlántico hasta Estados Unidos o Canadá, donde viven compatriotas desde después de la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Civil. Los más osados buscan fortuna en Qatar.
Hay pueblos en Grecia en los que solamente viven abuelos y nietos, porque los padres han emigrado. Son pueblos de casas grandes con interiores casi palaciegos y preciosos jardines, pero sin matrimonios de mediana edad que puedan disfrutarlos. Son lugares construidos con el dinero ganado en Alemania o Australia por parte de los que ahora son jubilados. Aniquilan a la clase media y fuerzan a emigrar a toda una generación de personas.
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No conozco a muchos griegos, la verdad, pero por mi trabajo estoy en contacto con gente joven que tiene inquietudes y opinión formada. Os aseguro que la idea de marcharse de Grecia la tienen o la han tenido todos los universitarios en la cabeza en algún momento.
El hijo del señor que me hace las fotocopias se largó a Alemania estando yo aquí, un familiar médico vive allí desde hace ya tres años y ahora se lleva a la familia, el hermano de un alumno estudia también allí y no piensa volver, el de mi jefe en Inglaterra, y así podría seguir. Hay pocos griegos ahora mismo que no tengan algún conocido, familiar o amigo en el extranjero. A los emigrantes instalados fuera desde hace unos años no paran de llamarles los amigos para ver si pueden enchufarlos en algún sitio. Son incluso las propias madres las que animan a sus hijos a marcharse. Hasta tal punto hemos llegado y eso que en Grecia la familia es “sagrada”.
La comunicación entre los E 2.0 y los que siguen en Grecia se hace a través de Skype, de las redes sociales y del teléfono. Los que sienten nostalgia de su tierra descargan sus frustraciones enviando mensajes a programas de radio y televisión. Lo que más les indigna es ver que en el resto de Europa la vida es, simplemente, más sencilla.
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En la parada del autobús había una joven estudiante y un señor mayor hablando, aunque en realidad quien largaba era el abuelo y ella escuchaba sin apenas decir nada. Llegó el bus de la chica y el caballero, que se había quedado con la palabra en la boca, se acercó hacia mí -si hay algo que me gusta de los griegos es que te hablan sin complejos y como si te conocieran de toda la vida-.
De buenas a primeras, el señor me soltó:
- "Grecia no es país para jóvenes". (Está bien, me he adornado un poco, pero más o menos vino a decir éso.)
Lo miré, sonreí y callé, como invitándole a que siguiera hablando. Después de la sorprendente presentación, afirmó que los jóvenes griegos no tenían ningún futuro en el país.
- "Al fin y al cabo, yo soy pensionista y no necesito mucho para vivir, ¿pero vosotros?"
Sabía que si abría la boca la conversación se alargaría, pero me lancé.
- "Yo no soy griego, soy español."
Esperaba ver una cara de sorpresa, pero no fue así.
- "Yo soy de Constantinopla."
Cuando llegué a Grecia, la pregunta que siempre me hacían era si me gustaba el país. ¿Acaso vosotros hubierais dicho que “no”? El “sí” sonaba rotundo a los oídos de los interlocutores, complacidos y orgullosos de su país. No se daban cuenta que yo respondía de forma afirmativa por puro compromiso, entre otras cosas porque todavía no conocía el lugar. Todavía hoy me lo siguen preguntando y, aunque suelo decir que “sí”, añado matizaciones. Es más, repico con aquellas cosas que no me gustan nada. Si bien mi respuesta ha variado ligeramente, lo que si ha cambiado totalmente es la cara de los oyentes nativos que escuchan, cada vez más sorprendidos de que un españolito como yo siga viviendo en Grecia. La pregunta más frecuente que me hacen ahora es: “¿no has pensado en volver?”, o directamente: “¿por qué no te vas?”
El buen hombre me contó que iba de vacaciones con la familia cuando era joven, salía a cenar de vez en cuando, trabajaba, etcétera, y todavía le quedaba dinero en el bolsillo.
"En cambio -seguía...- ahora los jóvenes no tenéis ni trabajo, ni dinero, ni esperanza”. Subí al autobús lleno de optimismo, como os podéis imaginar, no sin antes comentarle que mi mujer era griega y tal y tal. Lo de siempre, a lo que añadí: “¿a quién no se le ha pasado por la cabeza la idea de marcharse de Grecia en los tiempos que corren, caballero?”.
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El perfil de los E 2.0 puede variar, aunque suele seguir los mismos parámetros. Veamos algunos.
Jóvenes preparados con posgrados, carreras universitarias terminadas e idiomas que anhelan una vida mejor. Cada vez hay más camareros-licenciados trabajando sin contrato. Desean trabajar de lo suyo, pero el paro se acerca al 28%.
Jóvenes padres conectados al mundo a través de la red, conscientes de que fuera del país las cosas son más fáciles. Quieren darles a sus hijos lo mismo que ellos recibieron de sus padres. A día de hoy, en Grecia es casi imposible.
Parejas que ven crecer a sus hijos por la pantalla de un ordenador y nietos que manejan Skype con sorprendente facilidad. Los chicos aprenden alemán e inglés, porque la intención de los padres no es volver hasta la jubilación.
Grupos de jóvenes que viven en comunidad lejos de su patria y que van en aumento, trabajando de lo que sea, donde sea y como sea.
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Como comprenderéis y para que no quede duda, a la recurrente pregunta si “¿no has pensado en volver con la que está cayendo?”, respondo rotundamente:
- CADA PUÑETERO DÍA.
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El perfil de los E 2.0 puede variar, aunque suele seguir los mismos parámetros. Veamos algunos.
Jóvenes preparados con posgrados, carreras universitarias terminadas e idiomas que anhelan una vida mejor. Cada vez hay más camareros-licenciados trabajando sin contrato. Desean trabajar de lo suyo, pero el paro se acerca al 28%.
Jóvenes padres conectados al mundo a través de la red, conscientes de que fuera del país las cosas son más fáciles. Quieren darles a sus hijos lo mismo que ellos recibieron de sus padres. A día de hoy, en Grecia es casi imposible.
Parejas que ven crecer a sus hijos por la pantalla de un ordenador y nietos que manejan Skype con sorprendente facilidad. Los chicos aprenden alemán e inglés, porque la intención de los padres no es volver hasta la jubilación.
Grupos de jóvenes que viven en comunidad lejos de su patria y que van en aumento, trabajando de lo que sea, donde sea y como sea.
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Como comprenderéis y para que no quede duda, a la recurrente pregunta si “¿no has pensado en volver con la que está cayendo?”, respondo rotundamente:
- CADA PUÑETERO DÍA.